Peace: Well-being for the Poorest
By Becca Renk
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Peace has always been fundamental to me.
My first forays into activism were for peace: as an elementary school student blowing up balloons for a protest when the white train carrying nuclear warheads passed through my hometown in Idaho, organizing a protest of the first Gulf War in junior high school, writing letters to protest Army recruiters being allowed on school grounds in high school. I love peace so much that I studied it in college – my bachelor’s degree is in Peace and Global Studies.
So it was with some surprise that I found myself sobbing tears of gratitude recently during a military speech. September 2nd was the 45th anniversary of the founding of the Nicaraguan Army, and President Daniel Ortega began his speech to the troops by talking about peace.
“Today we are able to hold this celebration in times of peace, and how much has it cost to reach this stage of peace. Peace meaning well-being for the poorest.…In peace we can fight poverty. In peace we can ensure education for all families, for the children of working-class families, rural families, poor families with low incomes.”
As I listened to the President’s address, I didn’t just tear up, I sobbed tears of gratitude. Gratitude to the Nicaraguan Revolution for identifying poverty as its number one enemy and fighting against that enemy with everything it’s got. Gratitude for being able to see with my own eyes the alleviation of so much suffering in my time. Gratitude that I’ve been able to contribute my grain of sand to this struggle.
Gratitude that we are not alone in this, that we are working in concert, struggling shoulder to shoulder with the government of the people of Nicaragua to vanquish poverty together in this beautiful country.
My tears, however, were also tears of sorrow for my country of birth. I have always held a vain hope for a similar struggle against poverty in the United States. I went to school with kids who didn’t have enough to eat, with kids who were constantly sick because their parents couldn’t afford to take them to the doctor, with kids whose families didn’t have running water or a good way to heat their house. In the thirty years since I left home, the situation for families like theirs has only gotten worse, for the simple reason that the well-being for the poorest is not in the interests of those that govern the United States.
When I was growing up in the 1980s and early 90s, my sister and I attended public school in Idaho. Every year, like schoolkids all around the U.S., we were required to raise money for the school: selling candy bars door-to-door; making desserts for bake sales; asking businesses to sponsor us for each mile we’d ride in the annual Bike-A-Thon, pedal five and a half miles with our classmates, then go back and collect the money…all just to get enough cash to keep the school going.
Yet, 43% of the U.S. annual budget goes toward military spending. As the old protest poster says, “It’ll be a great day when our schools get all the money they need and the Air Force has to hold a bake sale to buy a bomber.” So, during President Ortega’s speech to the Nicaraguan Army, I was also crying for all those who are suffering in the U.S., with no hope of poverty alleviation from their government.
Unlike the U.S., Nicaragua has actually been invaded by a foreign country in recent history – mostly by the U.S. Nicaragua suffered 10 years of U.S. proxy war which targeted civilians, health centers and schools. Nicaragua suffered a U.S.-led and funded coup attempt in 2018, is currently suffering under illegal unilateral coercive measures – sanctions – and suffers continued destabilization attempts by the U.S.
Yet, even with such real threats to national security, Nicaragua’s total military spending is only 3% of the national budget.
Where does Nicaragua invest the majority of its funds? In peace. In, as President Ortega says, the “well-being of the poorest.”
Social spending is 53% of Nicaragua’s annual budget – free education preschool through university, universal free health care, low-income housing, low-interest loans and much more.
Nicaragua knows what it is like to live in times of war, and therefore peace is truly precious here. It is such a privilege to be able to experience living in a country that is truly at peace, and to see what can be accomplished when peace, the well-being of the poorest, is prioritized. May peace always reign in Nicaragua!
Becca Renk has lived in Ciudad Sandino, Nicaragua, for more than 20 years, working in sustainable community development with the Jubilee House Community and its project, the Center for Development in Central America. Becca coordinates the Casa Benjamin Linder solidarity project in Managua.
La Paz: Bienestar para los más Pobres
Por Becca Renk
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La paz siempre ha sido esencial para mí.
Mis primeras incursiones en el activismo fueron por la paz: Como estudiante de primaria me acuerdo inflar globos para un plantón cuando el tren blanco que transportaba armas nucleares pasó por mi ciudad natal en Idaho; organizar una protesta contra la primera Guerra del Golfo en primer año; escribir cartas para protestar contra la presencia de reclutadores militares en la secundaria. Amo tanto la paz que la estudié en la universidad, saqué mi licenciatura en Estudios de Paz.
Así que me sorprendió encontrarme llorando lágrimas de gratitud durante un discurso militar. El 2 de septiembre se celebró el 45 aniversario de la fundación del Ejército de Nicaragua, y el Presidente Daniel Ortega comenzó su discurso a las tropas hablando de la paz. «Hoy logramos realizar este Acto en Tiempos de Paz, cuánto ha costado sí llegar a esta Etapa de Paz. Paz que significa Bienestar para los más Pobres. En Paz podemos combatir la Pobreza. En Paz podemos asegurar Educación para todas la Familias, para l@s Niñ@s de las Familias Obreras, de las Familias del Campo, de Familias Pobres, con bajos ingresos.»
Mientras escuchaba el discurso del Presidente, no sólo se me salieron las lágrimas. Sollozaba de agradecimiento. Agradecimiento a la Revolución de Nicaragua por identificar la pobreza como su enemigo número uno y luchar contra ese enemigo con todo lo que tiene. Agradecimiento por poder ver durante mi vida el alivio de tanto sufrimiento. Agradecimiento por haber podido aportar mi granito de arena a esta lucha.
Agradecimiento por no estar sola en esto, por estar trabajando en conjunto, luchando hombro a hombro con el gobierno del pueblo de Nicaragua para vencer juntos la pobreza en este hermoso país.
Mis lágrimas, sin embargo, eran también lágrimas de dolor por mi país natal. Siempre he guardado la vana esperanza de una lucha similar contra la pobreza en Estados Unidos. Cuando era niña, iba a la escuela con niños que no comían los tres tiempos, con niños que enfermaban constantemente porque sus padres no tenían para pagar al médico, con niños cuyas familias no tenían agua potable ni calefacción. En los treinta años transcurridos desde que me fui de casa, la situación de familias como estas no ha hecho más que empeorar, por la sencilla razón de que el bienestar para los más pobres no está en los intereses de quienes gobiernan Estados Unidos.
Durante mi niñez y adolescencia, en los años 80 y principios de los 90, mi hermana y yo asistíamos a escuelas públicas en Idaho. Todos los años, como todos los estudiantes en EE.UU., teníamos que recaudar dinero para la escuela: vendiendo chocolatinas puerta a puerta; haciendo postres para una venta de pasteles; pidiendo a las empresas que nos patrocinaran por cada milla que recorríamos en el Maratón anual de la Bicicleta: andar cinco millas y media en bicicleta con nuestros compañeros de clase, y luego volver y recoger el dinero... todo para conseguir los fondos suficientes para mantener la escuela en funcionamiento.
Sin embargo, el 43% del presupuesto anual de Estados Unidos se destina al gasto militar. Como dice el viejo cartel «Será un gran día cuando nuestras escuelas reciban todo el dinero que necesitan... y la Fuerza Aérea tenga que hacer una venta de pasteles para comprar un bombardero». Así, durante discurso del Presidente Ortega al Ejército de Nicaragua, yo también lloraba por todos los que están sufriendo en los EE.UU., sin esperanza de alivio de la pobreza de su gobierno.
A diferencia de EE.UU., Nicaragua sí ha sido invadida por un país extranjero en la historia reciente - sobre todo por los EE.UU. También ha sufrido 10 años de guerra de Estados Unidos contra civiles, centros de salud y escuelas. También ha sufrido un intento de golpe de Estado dirigido y financiado por Estados Unidos en 2018, actualmente está sufriendo bajo medidas coercitivas unilaterales ilegales -sanciones- y sufre continuos intentos de desestabilización por parte de Estados Unidos.
Sin embargo, incluso con tales amenazas reales a la seguridad nacional, el gasto militar total de Nicaragua sólo representa el 3% del presupuesto nacional.
¿Dónde invierte Nicaragua la mayor parte de sus fondos? En paz, en, como dice el Presidente Ortega, el «bienestar de los más pobres». El gasto social representa el 53 por ciento del presupuesto anual de Nicaragua - educación gratuita desde preescolar hasta la universidad, salud universal y gratuita, viviendas sociales, préstamos a bajo interés y mucho más.
Nicaragua sabe lo que es vivir en tiempos de guerra, y por eso, la paz es realmente considerada preciosa aquí. Es todo un privilegio poder vivir en un país que está realmente en paz, y ver lo que se puede conseguir cuando se da prioridad a la paz, al bienestar de los más pobres. Que siempre reina la paz en Nicaragua!
Becca Renk ha vivido en Ciudad Sandino, Nicaragua, por más de 20 años, trabajando en Desarrollo comunitario sostenible con la Jubilee House Community. Becca coordina el Proyecto de solidaridad Casa Benjamin Linder en Managua.